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sábado, 12 de marzo de 2011

Perdido en el baúl de los recuerdos

La sociedad de la información ha ido evolucionando en los últimos años hacia un mercado en el que cualquier persona puede hacerse llamar periodista. Al igual que sucede en prensa, dónde más de uno ha encontrado un hueco sin pasar por las aulas universitarias, muchos colaboradores ocupan un asiento en los platós de las televisiones privadas. Su trabajo: debatir y dar su opinión sobre cualquier tema de actualidad.

Nos encontramos en la era del intrusismo, una época en la que no hace falta poseer un título universitario para ejercer de periodista. Tan sólo basta con hablar o escribir bien y saber de lo que se está hablando, aunque en algunos casos ni siquiera esto se considera un requisito fundamental para ser contratado.

En el año 2003, el PSOE presentó en el Congreso de los Diputados el Estatuto de Periodista Profesional como proposición de no ley y un año más tarde Izquierda Unida reconsideró el proyecto y volvió a presentarlo como propuesta de ley. A raíz de esta presentación, dicho estatuto quedó olvidado entre tantos proyectos sin aprobar que a día de hoy siguen acumulando polvo entre las baldas de alguna estantería.

Al igual que existe para otros trabajos, si el Estatuto del Periodista fuera aprobado, se regularía el trabajo de los informadores y se reconocerían los derechos de los profesionales de la comunicación.

No es mucho pedir, poder ejercer la profesión periodística con libertad para informar, pero tal y como se ha demostrado en ocasiones anteriores, los partidos políticos no tienen intención de sacar este documento del baúl de los recuerdos. Una vez más queda demostrado el infravaloramiento al que está siendo sometida esta profesión.

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